El otro día planteábamos el conocido como Dilema del Mandarín, que pretendía invitar a cierta reflexión moral y ética.
El texto que viene a continuación es un extracto de la Repúlica de Platón (Libro II, Capítulo 3), y en el se plantea una de las ideas esenciales del citado dilema, el comportamiento del hombre cuando sabe que éste no va a tener consecuencias y puede obtener una ventaja de él, aún perjudicando a un tercero.
Glaucón, primero, recuerda el relato de Giges y el Anillo:
“Giges era pastor del rey de Lidia. Después de una borrasca seguida de violentas sacudidas, la tierra se abrió en el paraje mismo donde pacían sus ganados; lleno de asombro a la vista de este suceso, bajó por aquella hendidura y, entre otras cosas sorprendentes que se cuentan, vio un caballo de bronce, en cuyo vientre había abiertas unas pequeñas puertas, por las que asomó la cabeza para ver lo que había en las entrañas de este animal, y se encontró con un cadáver de talla aparentemente superior a la humana. Este cadáver estaba desnudo, y sólo tenía en un dedo un anillo de oro. Giges lo cogió y se retiró. Posteriormente, habiéndose reunido los pastores en la forma acostumbrada al cabo de un mes, para dar razón al rey del estado de sus ganados, Giges concurrió a esta asamblea, llevando en el dedo su anillo, y se sentó entre los pastores. Sucedió que habiéndose vuelto por casualidad la piedra preciosa de la sortija hacia el lado interior de la mano, en el momento Giges se hizo invisible, de suerte que se habló de él como si estuviese ausente. Sorprendido de este prodigio, volvió la piedra hacia fuera, y en el acto se hizo visible. Habiendo observado esta virtud del anillo, quiso asegurarse repitiendo la experiencia y otra vez ocurrió lo mismo: al volver hacia adentro el engaste, se hacía visible; cuando ponía la piedra por el lado de afuera se volvía visible de nuevo. Seguro de su descubrimiento, se hizo incluir entre los pastores que habían de ir a dar cuenta al rey. Llega a palacio, corrompe a la reina, y con su auxilio de deshace del rey y se apodera del trono."
Para posteriormente sentenciar:
"Ahora bien; si existiesen dos anillos de esta especie, y se diesen uno a un hombre justo y otro a uno injusto, es opinión común que no se encontraría probablemente un hombre de carácter bastante firme para perseverar en la justicia y para abstenerse de tocar los bienes ajenos, cuando impunemente podría arrancar de la plaza pública todo lo que quisiera, entrar en las casas, abusar de todas las personas, matar a unos, liberar de las cadenas a otros y hacer todo lo que quisiera con un poder igual al de los dioses en medio de los mortales. En nada diferirían, pues, las conductas del uno y del otro: ambos tendrían el mismo fin, y nada probaría mejor que ninguno es justo por voluntad, sino por necesidad, y que el serlo no es un bien para él personalmente, puesto que el hombre se hace injusto tan pronto como cree poderlo ser sin temor. Y así los partidarios de la injusticia concluirían de aquí que todo hombre cree en el fondo de su alma, y con razón, que es más ventajosa que la justicia; de suerte que, si alguno, habiendo recibido un poder semejante, no quisiera hacer daño a nadie, ni tocara los bienes de otro, se le miraría como el más desgraciado y el más insensato de todos los hombres”
Glaucón tocaría la campanilla, y dos veces, por si acaso.
5 comentarios:
Cuánta sabiduría encierra este viejo texto: como ocurre con la gran literatura, es capaz de reflejar muchos más muncos y tiempos que aquellos en que fuera concebida. Ojalá lo leyéramos un día de estos como una editorial de cualquier periódico español, ojalá...
Zapatero no es que tocara la campana,si no que daría un concierto en do menor,tilí,tilín,tolón,tolón.
Coda:
"Todas las cosas fingidas caen como flores marchitas, porque ninguna simulación puede durar largo tiempo."
Cicerón.
Pues para mucha reflexión.
Saludos, Martha Colmenares
Bonita forma de demostrarnos que Zapatero intenta parecer justo ante la imposibilidad de no serlo por las elecciones, claramente en el momento de obtener la impunidad de otros cuatro años, la cosa cambiara, saludos.
Pasa el tiempo y el ser humano no mejora lo mas mínimo.
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